¿Os he dicho que mi madre está haciendo un curso de iniciación a la fotografía? Disfruta de su jubilación realizando talleres y formación en la universidad y uno de ellos es precisamente ese.
Los domingos que voy a comer a casa de mis padres me muestra los ejercicios que tiene que hacer y me pide consejo ¿puede haber algo más tierno?
Este domingo salimos a pasear al retiro cámara en mano. 35 años atrás lo hacíamos con cualquier otro juguete mío. Hay cierto vértigo en enseñar a hacer algo a tu propia madre, y desde que soy padre y veo a mi hija jugando con ella, me intimida cómo la fragilidad la acecha y acompaña de continuo. Me apena que por una cuestión matemática y biológica mis padres no vayan a disfrutar durante tantos años de mi hija como yo he disfrutado de mis abuelos.
Fue una tarde curiosa. Redescubriendo ejercicios de fotografía que hace años que no hacía y viendo la cara de satisfacción de mi madre al entender porqué tal técnica desembocaba en un resultado y no en otro.
Había de fondo un susurro como de reloj de arena. Apenas lo escucharían los demás, pero yo lo tenía muy presente.