Número 27
Una vez, hace ya tiempo, escuché que según cómo te cuentes la vida, así te la condicionarás. Me impresionó la idea de que el lenguaje tuviera tanto poder en nuestras vidas. Y sobre todo el lenguaje con el que construimos nuestro mundo sin darnos cuenta. Para los que crean que esto entra exclusivamente dentro de la literatura de autoayuda, dejadme deciros que la neuropsicología lleva años advirtiéndolo.
En cualquier caso, y para hacerlo más interesante, os contaré una historia.
Un maestro de meditación hablaba precisamente de esto en una conferencia cuando un asistente interrumpió diciendo “¡¿pero qué tontería es esa que está diciendo?! ¡¿Acaso la vida me va a ir mejor porque me vaya diciendo a mi mismo que valgo mucho, que soy importante para el mundo, que en realidad soy feliz?!”
“¡Siéntate y cállate, estúpido!” le grito el maestro de meditación para asombro de toda la audiencia. Se hizo un silencio sepulcral. El asistente que había interrumpido se empezó a poner de todos los colores hasta que estalló colérico: “¡¡¿Y usted se atreve a llamarse un ser iluminado y pacífico?!!, ¡¡usted que me ha insultado y humillado delante de todos!!, ¡usted es un impostor!
El maestro de meditación estaba tranquilamente escuchando todas las quejas del hombre con un gesto de total afabilidad. Cuando el ofendido se tranquilizó un poco, el maestro le dijo “dices no creer en el poder del lenguaje, sin embargo una sola palabra ha bastado para trastocar todas tus emociones y tu comportamiento. Imagínate ahora si en vez de dar credibilidad a una palabra como “estúpido” empiezas a creerte otros mensajes que enaltezcan tu corazón”.
Así que, querido lector, sé consciente del poder de la palabra y déjate abrazar por las historias e imágenes que te presentamos este mes.
Y cuando hayas terminado, busca un espejo, mírate, y dite algo que reconforte tu corazón.
Miguel Hernández. Febrero 2020.