Número 7: El despropósito

Escribo esto mientras me sirvo la ¿quinta? copa de vino. ¿Alguien las cuenta a partir de la segunda? Es un intento un poco desesperado de que me llegue la inspiración. Y si no llega, pues eso que me llevo.

Febrero. Ya. Enero voló como voló 2017. Por cierto, ¿todavía se puede seguir felicitando el año? Si a estas alturas todavía no he visto a alguien, ¿es alguien al que realmente quiera felicitar por algo? Sí, son pensamientos un poco inconexos que se me están cruzando por la mente mientras veo que ya se ha ido una duodécima parte de año. ¿Qué tal van tus propósitos de año nuevo? ¿Has avanzado, al menos, una duodécima parte de ellos? Lo más normal es que no. Bienvenida al club. 

Cada vez lo tengo más claro. Los años no son para completar propósitos, sino para descartar los que no vas a realizar nunca. Nunca viviré en el extranjero. Nunca sonaré nativo en inglés. Nunca tendré reconocimiento profesional. Y qué. No necesitas propósitos. Los propósitos son eso que nos imponemos porque no aceptamos lo que tenemos. En realidad, no necesitas nada que no tengas ya. Porque si lo necesitaras de verdad, ya lo tendrías. Has sobrevivido hasta ahora sin eso, ¿no? Pues disfrútalo. Y feliz año.

 

Sergio Moratilla. Febrero 2018.