Número 23

Lluvias torrenciales y lluvascos tormentosos. Y cuando parece que el frío ha venido para quedarse, llega el veranillo de San Miguel y nos descoloca a todas. Ya lo decía Miguel en la intro de agosto... Es fácil hablar del tiempo cuando una no sabe muy bien qué decir.

Supuestamente, el nuevo año aparece en enero, pero para mí siempre empieza en septiembre. Los vaivenes del verano me enseñan a mirar la vida desde otro punto de vista y este es el mes en el que tomo decisiones importantes; pongo en una balanza lo que quiero quedarme y lo que no y empiezo a moverme para cambiar lo que no encaja, lo que no me hace del todo feliz. Septiembre es un mes de esperanza, de nuevos proyectos, de planear viajes, de pensar en el último baño en el mar antes de que empiece el frío. Septiembre nos recuerda que, por muy lejos que hayamos querido huir durante las vacaciones, (casi) siempre hay un lugar al que volver, un sitio lleno de cámaras de fotos y de gatos donde una se siente en casa.

Andrea Abril. Septiembre 2019.