Número 21

¿Alguien ha dicho ola de calor? En días como estos, me acuerdo de las noches congeladas de un viaje a Islandia que hice un agosto en el que aún no era yo. Visualizo piscinas llenas de cubitos de hielo, me pregunto cómo será Groenlandia y cómo estará afectando el cambio climático a Laponia. Sueño con el frío y eso que llevo años diciendo que yo soy mujer del verano.

Y es que, en realidad, el calor que rezuma el asfalto de Madrid y las piscinas municipales abarrotadas dejan de existir cuando pienso en los días largos y las noches cortas, el dormir en bragas con las ventanas abiertas, el desayunar, comer y merendar helado, la noche de San Juan, los nervios previos a un viaje que llevo meses esperando, las maletas llenas de carretes y libros, los vestidos de tirantes y todas esas cosas que pasan desde que llega el 21 de junio.

Para mí, esta es la época más feliz del año. Es cuando menos me acuerdo del pasado y más vivo el presente. Un presente sudoroso, con menos preocupaciones y más ganas de diversión y con tiempo suficiente como para sentarme a mirar las moscas revolotear mientras planeo cuál será la próxima foto.

Andrea Abril. Julio 2019.