Es un estado mental

Probablemente el verano sea mi estado mental favorito.

Pienso en verano y me vienen a la cabeza millones de referencias. Están los textos de Joan Didion describiendo las puestas de sol en California. Los sugerentes fotogramas de Call me by your name. Las fotografías en Benidorm de Martin Parr. Las canciones de Vampire Weekend que siempre son como de ir en un descapotable a la playa… A veces, da igual que sea septiembre, diciembre, febrero, revisito estas imágenes para transportarme a esas sensaciones, para relajarme, para entrar en calor.

Quién no sueña con un verano interminable. Quién no desearía mantener esa despreocupación, esa ligereza los 12 meses del año. Dedicarse a la contemplación y al disfrute de la vida… Porque al fin y al cabo el verano no es una estación, es un estado mental, casi una alucinación colectiva.

El problema no es que el verano sea finito. Es que la rutina es infinita y las vacaciones un espejismo.