Número 6: Los frutos que vienen

«Año nuevo, vida nueva», dicen. Sin duda será el propósito más recurrente que nos marquemos el común de los mortales.

Los comienzos suelen rodearse de un halo trenzado de ilusión, miedo y esperanza. Es lo que define cada comienzo de año en el que, a pesar de que pocas cosas cambien en las distancias cortas –la vida que llevamos sigue siendo, más o menos, la misma–, al dar la vuelta al calendario, al arrancar la última hoja, damos por cerrado aquello que deseamos dejar atrás, abriéndonos a las innumerables posibilidades que están por dibujar en una hoja en blanco.

Así comenzamos cada año, cargados de propósitos, entregados a la benevolencia del paso del tiempo con la esperanza renovada de lograr –esta vez, sí– los sueños que nos atrevemos a soñar.

«Año nuevo, vida nueva», esa expresión tan insistente, fruto de la sabiduría popular, resume la capacidad de reinventarse que demuestran las personas cuando, necesariamente, han de asumir un cambio. Cada nuevo año es visto como un canje ineludible, sin marcha atrás; quizás, por ello, nadie se resiste a él y, ante lo inevitable, dibujamos la mejor de las sonrisas y nos vestimos de gala para dar la bienvenida a lo nuevo. Si todos los cambios fueran tan bien acogidos, otro gallo nos cantaría.
Es una mudanza esperada y deseada, que abre las puertas hacia la conquista de una vida elegida, más significativa, más nuestra.

En Vemödalen seguiremos apostando, en este 2018 que inauguramos, por aportar ideas y propuestas que, sin pretensión de que sean novedosas, sí nos empeñamos en que sean honestas.

Miguel Hernández Subirá. Enero 2018.