- Why are you so fucking awesome Ava? - I guess you rub off on people! *
Segundos después de esta foto, esa fue la conversación. Segundos antes, Ava solamente decía que podía hacerlo mejor. Y podía.
Siempre podía, excepto con el español. Se esforzaba por hablarlo, y lo hacía más con ternura que con acierto, pero yo no había dejado nunca de entenderla. Sin embargo, cuando tenía algo importante que decirme, pasaba al inglés. Y yo hacía lo mismo con el español. Supongo que hay personas con las que un sólo idioma no es suficiente para transmitirle todo lo que tienes.
El resto de la tarde pasó muy rápido. Como todos los momentos que quieres retener, nunca pasan lo suficientemente despacio. Recuerdo que era tarde y yo tenía que hacer 455km de vuelta a casa. Solo. Ella, sola, 5753,97. Pero quién los cuenta. Alargamos tontamente la despedida a base de chistes malos y promesas que no íbamos a cumplir. Cuando la fila de coches atascados por el mío en doble fila empezó a pitar, la besé y le dije adiós.
Me extrañó que no me mirase cuando se marchaba. Arrastraba a duras penas una maleta más grande que ella. Casi tan grande como el sentimiento frío que recorría mi estómago. No entendía por qué no se giraba, por qué me negaba esa última sonrisa. Lo entendí mientras, entre sollozos y sin mirar atrás, me gritaba “Please, don’t forget me!”.
Año 2
Dos años antes nos prometimos seguir hablando tras la despedida. “Tienes mi Whatsapp”. “Tú mi Skype”. Nunca me había despedido con una mentira tan flagrante: cinco fríos mensajes, ninguna llamada de Skype. En dos años. Sabe a que pensábamos muy poco en el otro.
Y allí la tenía dos años más tarde. En mi estudio, en Madrid, en carne y hueso. Dos años más maduros en lo personal y lo profesional. Pero mi cara de tonto seguramente fuera la misma que el día que nos conocimos. Me había convencido de que no iba a volver a verla nunca.
Tan seguro estaba que no había preparado nada. Sin vestuario, sin atrezzo, sin luces. A ella no le importó. Arrampló con toda la basura que teníamos tirada en casa y en el estudio, y lo convirtió en arte con la misma facilidad que yo abro el grifo de casa.
Dos años más tarde, allí estaba ella con un marco sin lienzo, con los ojos vendados, en un sofá destrozado. Sin saber quién es, sin saber a dónde va, totalmente rota por dentro. Me estaba regalando cómo se sentía en una imagen que había improvisado. ¿O los artistas de verdad realmente no improvisan porque siempre nos regalan su alma en cada obra?
Dos horas más tarde le conté lo que pensaba mientras la miraba. Lo meditó un segundo y sonrió: “I don’t know who I am. What I do know is that you are a mirror that turns a bad day backwards” **. Y desde entonces pienso que a ese marco le hace falta un espejo.
Dos días más tarde, nos despedimos. Esta vez sin mentiras. Nadie prometió escribir. Nadie lloró como la otra vez.
Año 4
No hemos hablado durante 2 años. 2 años de silencio matan cualquier tipo de amistad, por mucho que digan que los amigos de verdad son para siempre. Hasta el día que escribió para decir que venía a Madrid. Reconozco que no había pensado en si volveríamos a vernos. No es que lo hubiera descartado, simplemente ni me lo había planteado.
Esta vez no ha habido patada en el estómago al vernos. Es una especie de alivio egoísta: si no hay patada en el reencuentro, no hay patada en la despedida. Esta vez las fotos son más planas. Menos sentidas. Noto el estado de una relación con el tipo de fotos que hacemos.
Me cuenta todo lo que se ha movido en estos dos años: varias pasarelas, varias charlas, una startup. En comparación, me siento como un niño inmaduro que no sale de su zona de confort. La siento fluir en el mundo como una variable que se adapta sin parar, y yo me siento como una constante inflexible que adapta su alrededor. Como si yo aceptara que tengo que jugar con las piezas que tengo, y ella estuviera creando sus piezas continuamente.
Se va y no hay lloros, sólo sonrisas. Se va y sólo pienso en la primera foto que hicimos. Y en si dentro de 2 años volveré aquí escribiendo "Año 6".
Traducción:
* - ¿Por qué eres tan jodidamente increíble? - No lo sé, supongo que se te pega de la gente.
** No sé quién soy, pero lo que sí sé es que tú eres un espejo que da la vuelta a un día horrible.