La inspiración escondida

En los últimos tiempos algo no anda bien. Noto una presión en la boca del estómago y a veces me cuesta respirar. Me siento desubicada. Llevo meses sin escribir en condiciones. Qué decir de las fotos. Me enfrento a la cámara y al papel con agobio, buscando algo que no llega; ¿dónde se ha escondido la inspiración? En mi cabeza no paro de escuchar: “tienes que escribir. Tienes que hacerlo”. Me pregunto cuándo las palabras dejaron de ser mi vía de escape y pasaron a ser una obligación. Me entristece ver que hasta las cosas más bonitas pierden la magia. Supongo que hoy estoy torcida y que por eso lo veo todo negro. 

Los celtas veneraban a los árboles porque son una poderosa fuente de energía. Hoy me gustaría hundirme en un bosque y dejar que la naturaleza me atrapara. Cierro los ojos. Me concentro e imagino. Y por unos minutos, consigo transportarme a un recuerdo de hace tiempo, en el que paseo entre árboles de color verde oscuro. Noto como la apatía se aleja un poco. Y a chispazos, aparecen en mi cerebro algunas frases que tienen cierto sentido. Cojo un boli y las pego en un papel. Hay que darse prisa, últimamente mi cabeza es una casa demasiado fría como para que las palabras quieran quedarse a vivir aquí.

Cuando menos me lo espero, aparecen cosas que me hacen continuar con la escritura. Son señales, estoy segura. Este proyecto es una de ellas y estoy feliz de poder participar en él.

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