Número 20

Instrucciones contra la apatía


Supongo que siempre hay rachas. Las rachas buenas pasan como un relámpago, rápidas, llenas de luz y sin muchas ganas de quedarse. Las malas son pegajosas y pesan; pesan tanto que a veces no puedo deshacerme de ellas hasta mucho después de su llegada, cuando ya han conseguido desestabilizarlo todo. Al irse, dejan en el aire un rastro cargado de apatía y resentimiento, que puede medio borrarse de una manera simple: buscando un bosque en el que no haya gente y meterte en él, respirando muy hondo. Al salir, las plantas habrán hecho de las suyas y puede que volvamos a encontrarle sentido a todo esto.

Mi racha ahora me pide quedarme embobada mirando la luz que cae encima de las hojas e imaginarme el mundo en blanco y negro, porque así encaja mejor con esta melancolía que suele acompañarme.

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Maldición

Se rompió ese miércoles por la mañana. No lo vimos como un presagio, la mala suerte siempre nos ha acompañado. 

Lo dejamos ahí, roto, descompuesto. Mirarse en él era como verse el alma. Rota, pero aún servible.

Lo dejamos ahí durante meses y meses ¿y qué más da? Siete años no son nada, siempre estuvimos malditos.

¿Cómo aprender a mirar de nuevo?

En ocasiones lo figurativo nos distrae de lo importante. Tanta información abundante, tanto detalle preciso, tan claras las líneas y los contornos, hacen que nos quedemos con la primera respuesta que nuestros ojos ofrecen.

Es normal querer desgranar el misterio cotidiano que supone estar en el mundo. Ese mirar y apurar los objetos que nos encontramos en el día a día  hace incluso que la maravilla de lo efímero parezca una constante anodina.  La costumbre deriva en rutina, y así nos perdemos lo novedoso que cada instante ofrece escondido entre sus pliegues.

¿Cómo aprender a sostener la Pregunta sin responderla? ¿Nos vale con enmudecer para poder escuchar cómo se amplifica hasta que nuestra necesidad de explicar el mundo sea más fuerte que nuestra voluntad de admirarlo sin más?

 Lo figurativo te está distrayendo de la verdad. Aquello que ves te está alejando de lo que buscas.

 ¿Cómo aprender a mirar de nuevo?

 Cierra los ojos y corre contra el viento.