Número 11

Monotema

Afirmaba hace dos meses que últimamente sólo hacía fotos de plantas. Llega junio y aquí estoy otra vez, sólo con fotos de plantas. Tres meses sin salir de Madrid, ajetreos personales y laborales, y ¿por qué me cuesta tanto hacer fotos cuando estoy en esta ciudad? Sólo llevo seis años aquí pero todo me parece demasiado habitual, lo veo todo gastado. Quizá por que somos tres millones pisando las mismas aceras, mirando el mismo cielo, cruzando las mismas calles. Quizá porque el asfalto me devora y me come un poco el alma.

Me he propuesto ya varias veces buscar la inspiración en Madrid y no es que no lo haya intentado, es que al final lo que me inspira es lo que más me transporta fuera. Como la sensualidad, la voluptuosidad y el misterio de estos seres cuyo hogar está a miles de kilómetros de esta tierra pero están aquí, sobreviviendo. Extrañas y desubicadas. Será que me siento identificada.

Seguiré buscando la inspiración en el asfalto. Mientras tanto espero que no os cansen mis fotos de plantas.

Lugares fotográficos II

Si alguna vez te topas con una foto que no puedes dejar de mirar, pregúntate qué NO estás viendo para que te atrape así. O dicho de otra manera, aquellas razones que no puedas verbalizar son las que de verdad importan para explicar tu “rapto”.

No empiezo así porque las fotos que vaya a mostrar tengan tal poder, sino porque tales fotos responden precisamente a la obediencia ciega de un extraño impulso similar.

Hace unos meses publiqué  un número llamado “Lugares fotográficos” en donde hablaba de cómo hay temáticas que uno reproduce a veces sin caer en la cuenta. Hoy comparto una segunda visita a esos lugares: varias fotografías, tomadas en diferentes años, donde puedo reconocer aquellas inquietudes –que no preocupaciones- que no sé verbalizar.

¿Acaso los salmones pueden explicarse a si mismos por qué ascienden el curso del río a contracorriente? Ni si quiera se plantean tal estúpida pregunta…. lo hacen, y lo demás poco importa.

Al final siempre sale el sol

Este mes me atrevo con dos artículos. Porque tengo fotos de sobra, porque me apetece y porque he bebido un poco de más mientras escribo esto. Y porque me muero por enseñaros el trabajazo de Eva.

Hay meses que se vuelven oscuros. No hablo sólo del tiempo. Todo está en orden y de repente ya no lo está. Tormentas de primavera. Sol, vinos y cafés. Lluvias, una persona menos en tu vida. Sales con sol a hacer fotos y de repente sólo hay niebla. Como este día.

Pero ahí está gente como Eva. Que se atreven. Que viven como se sienten. Y que nos permiten mostrar estos días ligeramente oscuros. Fríos, que se meten en la piel. Son duros pero hay que Aunque son un poco menos duros si piensas que, al final, aunque tarde, al final siempre sale el sol.

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El camino acaba en alto

Llevo desde enero a la carrera. En realidad llevo toda la vida así pero estos últimos meses se parecen a un sprint. Como toda carrera, al principio empiezas fresco pero a partir de cierto kilómetro empiezas a pensar que quién te manda meterte en todo este lío.

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Piénsalo. ¿Cuántas actividades haces aparte del trabajo? ¿Deporte? ¿Idiomas? ¿Algún curso de otro tipo? ¿Alguna afición? Yo las he contado: 4. Y todas me requieren tiempo y constancia. 

Según escribo esto me doy cuenta de que en realidad no es cuestión de tiempo. La mayoría de las veces no lo es. Tenemos tiempo de sobra, tanto que lo tiramos constantemente. Lo que no tenemos es energía.

Nos empeñamos en tener cuantas más experiencias mejor. Pero la vida no es el cúmulo de experiencias. Le robo las palabras a Pablo d'Ors: preferimos las olas a la calma porque nos dan impresión de vida. Pero no es vida, sólo vivacidad.

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¿Y qué hago cuándo necesito desconexión y pensar sobre lo que me queda de sprint? Me subo a la montaña. Porque desde lo alto todo se ve más claro.

Y porque siempre llevo buena compañía.