Número 6

Lugares fotográficos

Nos pasará a todos supongo:  hay situaciones u objetos que, sin saber porqué, nos inquietan porque percibimos en ellos un mensaje directo para nosotros y no somos capaces de descifrarlo en su plenitud. Nos quedamos en ese salto incompleto que, sin poder llamarlo conocimiento, quizá podríamos dejarlo en “intuición”.  Es la sensación de reencontrarse con un viejísimo recuerdo y, de lejano que es, no saber ubicarlo ni reconocerlo… y sin embargo hay algo que te advierte de la verdad que para ti se esconde en eso.

Viene a ser como encontrar un mapa del tesoro en el que sólo reconoces partes del dibujo sin llegar a tener muy claro qué es.

En mis fotografías más personales hay determinadas temáticas que son recurrentes. No sabría muy bien detallarlas porque en realidad lo que se repite son determinados objetos o hechos que para mí esconden alguna verdad a punto de ser desvelada. Fotografiarlas es como desnudarlas en plena oscuridad… en realidad, las sigues sin ver pero, al menos, hay ese acercamiento en la penumbra.

Es como mirar de soslayo un escote incipiente (clarea el alba y sin embargo el sol todavía no se deja ver), o como cuando te pierdes en los pasillos de un supermercado buscando desesperadamente un producto y resulta que lo tienes delante. A veces tengo la sensación de que el mensaje oculto es tan evidente que se me escapa a la vista de tan cerca que lo tengo.

En realidad son los temas de siempre relacionándose, en este caso, a través de lo orgánico y efímero –la fruta, el cuerpo humano…– y lo inmutable, artificial, rígido e inerte –la mano de madera, el maniquí…–. Aparece también ese salto incompleto hacia el otro en la medida en que algún rostro no se puede identificar. Supongo que deben hacer alusión a arquetipos mentales, de esos que se esconden en lo profundo de la psique, y te hacen ir a ellos una y otra vez sin llegar a encontrar lo que buscas. Son lugares fotográficos que frecuentas como esos sueños repetitivos que pierden su sentido en cuanto despiertas.

El reto es sostener la pregunta sin intentar  responderla.

Quema entre las manos pero me deja en el pecho un sabor a honestidad que compensa.

Antes de finalizar quiero agradecer a Ana haberme acompañado desde hace años  en mis viajes a esos lugares fotográficos. Compartimos esa llave mágica que nos lleva a través del espejo.

Carta a mi futuro yo

¿Qué año tan jodido eh? Un cambio de trabajo y un alma rota. Lo sentimos, no se admiten devoluciones cuando es por desgaste de las piezas. Ha sido tan intenso que seguramente no recuerdes nada desde el 13 de febrero. Salvo la fecha, y somos una persona que siempre se olvida de las fechas, ¿eh?

Ha sido movido, de altibajos. De estar en la cima del mundo y al instante siguiente en la fosa más honda. Porque es lo que tienen las montañas rusas, son divertidas y te hacen vivir emociones. Pero las vives todas, hasta las que no quieres. 

Sí, qué momentos tan duros. Momentos en los que sólo éramos un montón de músculo y piel tirados en el suelo, dejando que las piezas se cayeran solas. Sí, las rotas. Por desgaste.

Pero y todo lo que hemos aprendido, ¿qué? Que sólo nos centramos en lo malo. Hemos aprendido a soltar lastre. A decir que no a personas que no nos valoran, a trabajos que no nos llenan. Si no te pone los pelos de punta, no lo hagas. Si no estás como loco por contárselo a alguien, no lo hagas. Si puedes dejar de pensar en ello, no lo hagas.

Si no estás dispuesto a enredarte, aún cuando no se ve que hay más allá de la maraña, no-lo-hagas.

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Esto no es un balance del año al uso. Es un recordatorio de que todos los años son algo jodidos, y todos los años son algo maravillosos. Te lo dejo por escrito para que, si dentro de un año estás en una cima, recuerdes que seguramente haya un pozo rondando cerca.

Te lo dejo por escrito para que recuerdes que después de cada pozo siempre hemos encontrado una cima.

PD: Gracias Irene por ser siempre que lo necesito mis músculos y mi piel.

No te lo vamos a explicar

Estas fotos son del año pasado, porque siempre voy con retraso, porque mi propósito del nuevo año es, año tras año, terminar lo del año pasado, puede ser por vaga o por alcohólica, qué sé yo, pero cada año abarco un poquito más y al final siempre sale.

Esto nació en casa de I, que siempre me da cerveza fría, aunque creo que ese día llevé yo mi tinto... ¿la pregunta...?, I y su '¿que harías si tuvieses mis manos?'...

Viki no llega, está currando, pero su fe está con nosotros, luego se viene a cenar.

Quiero la idea de I, pero me fuerza a sacar algo nuevo, que poco se agradece a día de hoy cuando alguien quiere que lo des todo de ti, creo que es la mejor virtud de un colega. Delante folio, lápiz y goma, no sé dibujar, pero las garabatos se suceden entre las risas, los cambios de tema y la música.

¿Y el mensaje? Yo no voy a explicarlo, esto es visual, que cada uno lo haga suyo como quiera, pero si lo haces tuyo, si te llena, si por un segundo te hicimos pensar, support your local artist, en este caso a mi queridísimo @doniwana cuya mente cada día me sorprende más, @victorialabis por siempre apuntarse a todo aunque haya que madrugar y luego ducharse con aguarrás y a mi maravillosa soci @eleva4k por abrirnos su local con los brazos abiertos y cuidarnos muchito.

Eternamente bendecida por tener tan cerca mentes tan libres y brillantes.

Si pillas alguna referencia te invitamos a chupitos.

Creditos:

Bodypaint: @doniwana

Model: @victorialabis

Localización: @eleva4k

Sueños

2018 llega para mí sin campanadas, en un país extranjero, porque ya se ha convertido en tradición huir en estas fechas.

Me encuentro en el avión de vuelta pensando que en solo unas horas volveré a sumergirme en la vorágine de la rutina diaria. Tengo una sensación extraña, me ocurre a veces, me parece que los días pasados han sido un sueño, los concibo como una nube de instantes desordenados.
La memoria es caprichosa, nos permite conservar imágenes claras y vívidas mientras otras las transforma en algo abstracto.

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Una de mis últimas series refleja algo similar a lo que experimento ahora. Un día en la montaña, la extraña belleza de la nieve, dos caballos blancos, tan blancos como la propia nieve, que aparecen en medio del bosque. El recuerdo de ese mágico acontecimiento ha quedado en mi memoria diluido como se diluyen las imágenes en los sueños, en una nebulosa blanca, tan blanca como la propia nieve.

Con las imágenes de ese sueño os deseo lo mejor para este año que empieza. Para mi misma, pido que esa vorágine de la rutina no me devore, y poder hacer menos lo que debo y más lo que quiero. Feliz 2018.

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