Carta a mi futuro yo

¿Qué año tan jodido eh? Un cambio de trabajo y un alma rota. Lo sentimos, no se admiten devoluciones cuando es por desgaste de las piezas. Ha sido tan intenso que seguramente no recuerdes nada desde el 13 de febrero. Salvo la fecha, y somos una persona que siempre se olvida de las fechas, ¿eh?

Ha sido movido, de altibajos. De estar en la cima del mundo y al instante siguiente en la fosa más honda. Porque es lo que tienen las montañas rusas, son divertidas y te hacen vivir emociones. Pero las vives todas, hasta las que no quieres. 

Sí, qué momentos tan duros. Momentos en los que sólo éramos un montón de músculo y piel tirados en el suelo, dejando que las piezas se cayeran solas. Sí, las rotas. Por desgaste.

Pero y todo lo que hemos aprendido, ¿qué? Que sólo nos centramos en lo malo. Hemos aprendido a soltar lastre. A decir que no a personas que no nos valoran, a trabajos que no nos llenan. Si no te pone los pelos de punta, no lo hagas. Si no estás como loco por contárselo a alguien, no lo hagas. Si puedes dejar de pensar en ello, no lo hagas.

Si no estás dispuesto a enredarte, aún cuando no se ve que hay más allá de la maraña, no-lo-hagas.

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Esto no es un balance del año al uso. Es un recordatorio de que todos los años son algo jodidos, y todos los años son algo maravillosos. Te lo dejo por escrito para que, si dentro de un año estás en una cima, recuerdes que seguramente haya un pozo rondando cerca.

Te lo dejo por escrito para que recuerdes que después de cada pozo siempre hemos encontrado una cima.

PD: Gracias Irene por ser siempre que lo necesito mis músculos y mi piel.