Sueños

2018 llega para mí sin campanadas, en un país extranjero, porque ya se ha convertido en tradición huir en estas fechas.

Me encuentro en el avión de vuelta pensando que en solo unas horas volveré a sumergirme en la vorágine de la rutina diaria. Tengo una sensación extraña, me ocurre a veces, me parece que los días pasados han sido un sueño, los concibo como una nube de instantes desordenados.
La memoria es caprichosa, nos permite conservar imágenes claras y vívidas mientras otras las transforma en algo abstracto.

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Una de mis últimas series refleja algo similar a lo que experimento ahora. Un día en la montaña, la extraña belleza de la nieve, dos caballos blancos, tan blancos como la propia nieve, que aparecen en medio del bosque. El recuerdo de ese mágico acontecimiento ha quedado en mi memoria diluido como se diluyen las imágenes en los sueños, en una nebulosa blanca, tan blanca como la propia nieve.

Con las imágenes de ese sueño os deseo lo mejor para este año que empieza. Para mi misma, pido que esa vorágine de la rutina no me devore, y poder hacer menos lo que debo y más lo que quiero. Feliz 2018.

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