Aquí parece que las plantas tienen un poder sobrenatural. Me fui de viaje cuatro días y al volver mi macetero con tres brotes recién plantados era un pequeño bosque de tréboles, margaritas, dientes de león… Malas hierbas las llaman.
Mires donde mires, el verde. Los muros y las ruinas colonizadas de hiedras, madreselvas, buganvillas… Es hermoso y desconcertante, como una fantasía postapocalíptica.
Plantas ruderales, salvajes, oportunistas. Hay que arrancarlas, porque todo lo que se escape a nuestro control hay que eliminarlo. Las plantas solo pueden ocupar los espacios que les permitimos ocupar. Nuestros jardines perfectamente delimitados, nuestras jardineras y setos meticulosamente podados…
Porque si un día te descuidas, crecerán y crecerán, treparán los muros, entrarán por las ventanas, recuperarán lo que un día fue suyo, esa tierra que colonizaron hace ya 500 millones de años.
Y qué bonito sería estar aquí para verlo.