Escarbo en las notas del móvil y encuentro más de cien párrafos a medio escribir.
Antes me daba mucha pena porque pensaba en lo triste que era el camino, pero luego me di cuenta de que esto es la vida y de que llorar en la cama mientras piensas en tus cosas está bien porque nadie nos ha enseñado nunca a lidiar con esto.
A ratos me entra esa obsesión con el objetivo de la vida y con lo que vamos a hacer en un futuro y con el crecimiento y la evolución.
Me ahogo pensando en lo rápido que se pasa el tiempo.
Hubo un tiempo en el que viví más tiempo en el pasado que en el presente.
Abuso del uso de la palabra tiempo.
El hormigón, el negro, el gris y el blanco, los edificios a medio construir y las cosas que parecen vivas sin estarlo me motivan a seguir moviéndome.
Nos quieren separados, nos quieren desconcentrados y nos quieren pensando poco.
Cuando me acuerdo de escribir me doy cuenta de lo mucho que me gusta y de lo importante que es para mí.