Hay que ver cuánto frío hace. "Cierra la ventana, niño, que se nos hiela el alma". Mira fuera; las ventanas ya están cerradas. En la oscuridad de la noche, las sábanas blancas tendidas, tiesas, congeladas, se mecen como si fueran tablas. Ha llegado el invierno. Puede que nunca se haya ido.
¿De dónde sale tanto frío? Es por silencio. Las cosas que no se dicen, se estancan, se congelan y pesan tanto, que se hunden. Pero no por mucho tiempo. Porque siempre hay algo que las hace salir a flote.
Hay algo extraño en este lugar, es como si hubiéramos estado aquí antes. Hoy parece que lo entiendo todo, pero la realidad es que no tengo nada claro, porque entre tanta lucidez, muchas cosas se tornan confusas y nos enganchamos a una rueda que se transmite de padres a hijos y de hijos a nietos y así siempre. Y así siempre. Y el frío, y el hielo, y el gusto por la niebla, y la historia y otras cosas buenas permanecen.