Una pequeña voz en el asiento del copiloto me saca de mis pensamientos: "te estás obsesionando". Me lo dice sin tono de reproche sino de consejo sincero. Quizás sí lleva un mínimo de reproche, pero más en sentido decepción porque cree que puedo dar mucho más de mí. "Esto ya lo has investigado, deberías estar buscando ideas nuevas". Y me quedo un poco parado, como me quedo siempre que oigo lo que no quiero oír porque sé que es verdad. Y mi cerebro vuelve a irse de la conversación.
Arrastro el cepillo por lo que parece un mar lleno de luciérnagas. Pero no, es el suelo de mi estudio. Brilla con motas de luz amarilla y yo siento que esto ya lo he vivido. Hemos apagado los fluorescentes y sólo una pequeña luz ilumina la sala porque, paradójicamente, brilla más con la tenue potencia de la bombilla que queda encendida.
Muevo el recogedor junto a un montón de puntitos plateados. Me recuerda a como si me hubiera vuelto furioso con el papel de metal que envolvía mi bocata del colegio. La luz está prácticamente apagada porque con ella encendida no distingo el fondo blanco de los puntos plateados. Y sí, creo que esto ya lo he vivido.
Este montón rojo se parece a los restos de un vestido de lentejuelas al salir de una secadora. Esta vez los fluorescentes están completamente encendidos porque no se me había ocurrido que con menos luz los vería mejor. Empujo esta ceniza roja contra el recogedor y, definitivamente, esto lo he vivido.
"¿Te ha molestado que te lo dijera?" Esas palabras me devuelven al asiento del conductor, de donde no debería haberme ido porque parece que sí, que me ha molestado. Y no hay nada que me moleste menos que un amigo diciéndome una verdad incómoda.
Más aún cuando me lleva a nuevas conclusiones. Nos aferramos a experiencias vividas que nos gustaron e intentamos repetirlas. Por eso hacemos series, porque nos gustó la experiencia de la primera foto y queremos sentirla otra vez. Y de intentar repetirlas, nos hacemos la vida un poco más monótona.
Monótona, como una serie de desnudo con purpurina de un sólo tono.
Gracias Sel, gracias Kate, gracias Sam. Gracias por ser tan maravillosas de acompañarme en ideas de este tipo. El estudio todavía brilla por las tres sesiones que hemos hecho. Y no me refiero sólo a la purpurina.