Número 19

Perdidos en el espacio

Aterrizamos en un mar de nieve. 100.000 kilómetros cuadrados de nieve blanca y tierra negra.
La ventisca no permite ver al rededor. Cómo en un planeta con tres soles, pasamos del día a la noche y de la noche al día varias veces en cuestión de horas.
Cómo en un planeta inhóspito, astronautas en el frío, exploramos su extensión extrañados, anonadados, intrigados por saber qué nos encontraremos más allá.
Cómo en un planeta en el que una expedición anterior fracasó, dejando como testigo los restos de su nave.
Cómo en un planeta poblado de extrañas criaturas.
Cómo en un planeta en el que somos los únicos habitantes, nuestras huellas el único rastro en la nieve.
Cómo perdidos en este planeta, olvidamos la percepción de lo real, del tiempo y el espacio. Mayor Tom to Ground control, fin de la transmisión, no volveremos a casa.





Los viajes y el asombro

Viajar siempre es una posibilidad para ensanchar la capacidad de asombro. A veces hago el ejercicio de tratar de mirar mi barrio, recorrido hasta la saciedad, como si fuera un turista que lo pisa por primera vez. ¿Qué me sorprendería?, ¿qué fotos nuevas descubriría escondidas?, ¿cuánto me cautivarían los rincones que ahora mismo ignoro con automatismo cuando paso a su lado?

Hoy comparto fotos de un viaje a Italia en el verano de 2018. Roma, Florencia, Venecia. Ciudades en las que me parece imposible llegar a acostumbrarte a vivir en ellas y mirar a tu alrededor sin inmutarte.

Viajar te reconcilia con la vida, porque te recuerda el constante movimiento y transformación que ésta es. A veces tenemos la ilusión de que sólo existe pasado y futuro, y que el presente pasa a tu lado sin que te des cuenta. ¡Qué error tan paradógico!

Llevas viviendo toda tu vida con la misma conciencia de presente que tienes en este mismo instante…. Visto así: ¿dónde quedó el pasado y el futuro?

 ¡Que mi viaje por la vida sea un mirar perplejo!

Yo me quedaría aquí

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Chile verde, chicharrón, huevos divorciados. Mira a ese perro en la carretera. ¿Está muerto? Pobre perrito. Llueve, este chubasquero tiene los días contados. Mezcal en vez de sangre, aquí se está mejor que en Madrid. Lucha libre, ¡mátalo, cabrón! El que grita es un niño de unos seis años. Yo me quedaría aquí. Podría vivir en este lugar, esta podría ser mi casa. Un museo de fotografía en Oaxaca, se me encoge el estómago. He estado aquí antes. Sé que no, pero entiendo que he llegado a un sitio que tenía que conocer. San Juan Chamula y sus muertos. La muerte está en todas partes, pero no da miedo, todos saben que es parte de la vida. Y me pongo enferma, pero no me importa. ¿Te he dicho que yo me quedaría aquí?

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¿Y ahora qué?

Como mirar a través del cristal traslúcido de una puerta, esperando encontrar un poco de claridad al otro lado. Pero no la había. Los días eran igual de largos, siempre lo son, aunque mucho más oscuros. Bienvenido al invierno en cuatro paredes.

¿Habéis sentido alguna vez que sólo queríais que pasara el tiempo? Encerrados en la rutina sin horizonte más allá del fin de semana. Ojalá primavera ya. Ojalá un poco de luz.

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Por suerte al final siempre llega. Con sus flores. Con su luz. Bien, ya la tienes. ¿Y ahora qué?