Cuando me pongo delante de una cámara a posar el tiempo parece que se detiene y a la vez pasa rápido. Es algo terapéutico, puedo ser cualquier personaje y a la vez dar distintas partes de mi.
Estar ante la cámara lo veo algo liberador y a la vez se va forjando una conexión en ese instante con quién aprieta el botón.
Sin duda alguna estar delante de una lente me ha cambiado en muchos aspectos de mi vida.
Y realmente recomendaría a cualquier persona hacer la prueba. Contratar una sesión o que sus amigos les saquen fotos, eso tan sencillo se vuelve increíble y podrán ver más allá de la imagen. De lo bello y no bello, su alma.
Irene Heiwa