21 de octubre de 2014
Quiero pensar que este no es un diario más. Y sin embargo lo es. Supongo que a todos nos gustaría ser diferentes, saber que hay algo que nos distingue del resto. Pero es tan difícil… nos diluimos en la masa, como si fuéramos sal que cae en una cazuela con agua. Quiero pensar que este es no un diario más, pero la realidad es que lo es, y este es un día más y este es un selfi más, y como no hay nada que me distingue del resto, me vuelvo borrosa y dejo de existir.
13 de mayo de 2015
Llevo meses desaparecida. He encontrado una foto de un verano en el que yo era otra persona y me he acordado de que hace años que no meto los pies en el mar. Si cierro los ojos y me concentro, puedo escuchar un murmullo parecido al que hacían las olas cerca de la ciudad donde nací, pero si pierdo la concentración me doy cuenta de que son los coches los que hablan y no las piedras chocando contra el agua. Hoy sin venir a cuento Luisa me ha dicho que mi mal genio no me va a llevar a ningún sitio. Estoy cansada de escucharles decir que tengo mal carácter, estaría bien que alguien les explicara qué son los pensamientos semilla y que aprendieran a mirarse mejor por dentro.
10 de marzo de 2016
Hoy he soñado que Mei se enfadaba conmigo por tanta melancolía. Cuando me he despertado, ni siquiera me ha mirado. Estaba enfadada en serio. He supuesto que nuestra conexión es tan fuerte que ha podido colarse en mi sueño solo con dormir en la misma cama. Mei se enfada, pero se le pasa rápido, porque ella no es rencorosa, no se guarda las cosas que le duelen, no juzga, empatiza y entiende que un mal día podemos tenerlo todos. Antes de que llegara ella, la soledad era una constante. Desde septiembre de 2012, no me he vuelto a sentir sola nunca más. Llevo casi un año sin escribir en este diario y ni siquiera me siento un poco mal por ello.
18 de abril de 2016
No sé si sigo viva o si llevo mes y medio en coma. He intentado volver a la adolescencia para entender mejor qué es lo que hago hoy aquí, pero no hay manera, no me quedan recuerdos, se han ido todos con la lluvia de los últimos días. Ayer me senté para mirar por la ventana y a los diez minutos miré el reloj y habían pasado cuatro horas. Dice Antonio que seguro que me abdujeron los marcianos, pero yo creo que la tristeza hace que percibamos el tiempo de forma diferente. Después encontré una bañera dentro de un recogedor y aquel absurdo me devolvió a la realidad. No hay nada que me pueda gustar más que merendar helado de chocolate mientras graniza.
8 de mayo de 2016
Supongo que si una galleta de la fortuna me dice que tengo un futuro es que tengo que tenerlo. Y mientras escribo esto, llega el futuro y se convierte en presente y luego en pasado, en un segundo, sin darme cuenta apenas. Creo que esa galleta de la fortuna no ha querido pillarse los dedos y ha decidido regalarme una frase de mierda para que intente filosofar y me dé cuenta que no soy tan inteligente como me gustaría. Empiezo a verle la gracia a tener un diario para escribir cosas que nunca nadie leerá. Si fuera más constante podría desahogarme más a menudo, pero hay días en los que prefiero no levantarme de la cama y mucho menos coger un lápiz para escribir aquí.
1 de agosto de 2016
Me he caído por unas escaleras y me he hecho daño en la mandíbula. Al levantarme del suelo, he visto que mi rodilla izquierda estaba llena de sangre, pero a mí lo que me duele es la cara. La verdad es que es bastante tranquilizador tener un cuaderno donde escribir lo que me salga de los huevos sabiendo que nadie lo va a leer. Eh, ¡vosotros!: a veces me caéis todos fatal.
Cuando me marche de esta ciudad echaré de menos al perro del vecino del quinto y el ruido que hace la lavadora de Valentina, que me levanta todos los domingos a las 7 de la mañana.
10 de agosto de 2016
El otro día dormí en casa de Alberto y se despertó a las 3 de la mañana gritando que nos iba a matar a todos. Me dijo que había tenido una pesadilla, que no me preocupara, pero creí que lo mejor era salir lo antes posible de aquella casa, así que cogí el coche y conduje tres horas hasta llegar a Bilbao. Por fin pude meter los pies en el mar y el frío del agua me devolvió la perspectiva y me di cuenta de que Alberto no tenía por qué ser peligroso pero aun así he decidido que no quiero volver a verlo nunca más.
14 de agosto de 2016
Hay frases que despiertan un no se qué en mi cabeza y me hacen volar.
16 de septiembre de 2016
Hoy me he cruzado por la calle con alguien a quien conocí en otra vida. Nos hemos mirado, nos hemos reconocido y hemos seguido nuestro camino sin decirnos nada. Hubo un tiempo en el que fuimos muy amigos.
Antes los enfados, el olvido y el paso de los años me generaban mucha tristeza. Son temas que he trabajado una y otra vez con Susana y he llegado a una conclusión inconclusa: cuando te sientes desde que naces como si todos los enfados los provocaras tú, es difícil desvincularse del sentimiento de culpa y acabas pensando que tienes el don de romper todo lo que tocas.
5 de octubre de 2016
Ayer escribí una historia y la subí a Facebook. Mi historia tenía parte de real y parte de inventada, pero los pocos que la leyeron pensaba que estaba hablando de mi vida y se escandalizaron. Hay personas a las que se les olvida que existe la imaginación. Nos acabamos creyendo todo lo que nos dicen o lo que leemos o lo que vemos en la televisión. El otro día leí una frase que decía que entre la ficción y la imaginación componemos más de las tres cuartas partes de nuestras vidas. Y luego hablamos de decir la verdad. Como si fuera tan fácil distinguir qué es real y qué no lo es.
14 de octubre de 2016
No estoy segura de dónde está mi sitio. Empiezo a no creerme nada de lo que me dicen. A la que menos creo es a mí misma, no paro de engañarme con frases absurdas que intentan hacerme sentir mejor. A mí lo de la muerte es una cosa que me da un poco igual, veo mi muerte como algo que no tiene demasiada importancia. No me pasa lo mismo con la muerte de los demás, esa me da tanta ansiedad que ojalá pudiera firmar un contrato para morirme yo antes que todas las personas a las que quiero.
21 de octubre de 2016
Hoy me han picado los mosquitos y no lo entiendo porque ya tendrían que haberse marchado para octubre. Ramiro me llamó ayer para decirme que se va. No ha querido decirme a dónde y hace bien, por si acaso algún día intento volver a encontrarle. Al menos ha tenido el detalle de llamar para informarme. Me ha llamado para asegurarse de que no me voy a olvidar de él, porque así somos las personas, que aunque no estemos dispuestas a querer queremos que nos quieran para sentirnos vivos e importantes.