Día 1:
Hoy me he despertado distinta. Me doy cuenta de que las cosas no encajan. Me aburro. Estoy encerrada. Puede que no quiera vivir en una jaula nunca más.
Día 2:
Empiezo por cambiar pequeñas cosas. Me observo. Sigo sin ser yo. Escucho voces a mi alrededor que me dicen que tengo que ser feliz. Hago un esfuerzo. Finjo, poso. Os miro. Pero sigo sin encontrar nada que me haga sonreír. Vivo una vida que no siento mía.
Día 3:
He entendido cómo seguir el camino. Es hora de taparme los oídos, ya no me importa lo que tengáis que decirme. Reflexionar, analizar y deshacerme de todo aquello con lo que no me identifico. Empiezo a ver mejor lo que soy. Luces y sombras, alegría y dolor, blanco y negro, muchas cosas, positivas y negativas, con un sinfín de matices.
Día 4:
Llegan las dudas. ¿Y si hubiera algo en mí que no está bien? "¿Qué es bien?", digo en alto. Y mientras el eco de las palabras retumba en la habitación vacía, respiro hondo y decido aceptarme tal y como soy. Nunca fue fácil romper las cadenas.
Día 5:
Me siento libre. Y asustada. Empiezo a ver con claridad. Estoy sola, igual que tú, y voy a cuidarme, a protegerme. Yo elijo, decido y empiezo a vivir.