He cogido un lápiz y he empezado a marcar en el mapa de esta ciudad la trayectoria de todos los sitios en los que estuvimos juntos. El dibujo resultante es una serpiente larga y sinuosa, un laberinto enredado de lugares oscuros y malolientes. Te recuerdo siempre de noche, como si no hubiéramos coincidido ninguna mañana, como si estuvieras asociado a las estrellas y a las noches de calor. Y al reducir tu recuerdo a un trazo vacilante en un mapa de papel todo se vuelve más ligero, más brillante, menos doloroso. Bucear en la memoria siempre ha sido y será una de mis actividades favoritas.