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Caminos

Siempre he pensado que la vida es un camino de descubrirse a sí mismo. Creemos que nos conocemos porque nos pasamos todo el día con nosotros mismos y no es así. Nos encontramos con sentimientos que no controlamos, haciendo locuras que no esperábamos. Y nos atrevemos a llamarlo locuras simplemente porque no lo esperábamos de nosotros mismos. No porque estén mal.

Hace un año hicimos esta sesión. Yo sigo buscándome y no me encuentro. No me siento representado en esa sesión porque creo que no soy yo en estas fotos. Mis amigos dicen que es parte de mi camino, y que por tanto sí he sido yo.

Me parece sexy, provocadora, un poco macarra. Me parece una sesión super valiente para Sel. Y por eso hoy he decidido que debía ser pública.

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Gracias Sel, gracias Alba. Siempre que nos juntamos siento que me lleváis un paso más allá. Un paso fuera del camino.

Madrid Baila

Hace unos años me obsesioné con una foto. La luz entraba de fondo en la Gran Vía de Madrid pero sólo durante una semana o dos al año. En mi cabeza había una silueta de una bailarina con los edificios alrededor. Ensayé la toma con un amigo. Conseguí la bailarina. Llegué una semana tarde y la luz ya no entraba como debía.

Así que esperé un año. Obsesionado con ese paso de peatones y esa luz que entra de tarde.

Un año después convencí a Irene para hacer esto.

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La tenía. Creo que fue la primera vez que de verdad tenía una foto en la cabeza, técnicamente complicada y sin contactos para realizar, y la sacamos. Me crecí y eso dio paso a otra obsesión. ¿Por qúe no seguir con el proyecto por más zonas de Madrid?

Como todos mis proyectos, acabó parado porque sentía que no avanzaba, que siempre hacía lo mismo. Ahora no me reconozco en los colores ni en varios de los fondos sobrecargados. Sí me reconozco en mucha de la luz. Y a veces pienso, ¿debería volver a esto?

Gracias a Irene Gómez, Paola Talens e Isabel Vila por ser mis primeras bailarinas de clásico y dejarse torturar con experimentos, sea verano, invierno, haga calor o diluvie.

 

Agosto abstracto

El día que escribo esto es 4 de agosto. Hoy es mi cumpleaños. 

Normalmente no hago nada especial este día pero hoy me he levantado con ganas de documentar mi día. Y compartirlo.

Ese es mi camino al trabajo. Reconozco cada uno de los edificios porque paso por allí todos los días.

Un poco abstracto diréis. Hay una cosa que tenemos en común ingenieros y artistas: la abstracción. Abstraemos las ideas para entenderlas. Le vamos quitando lo que no importa hasta dejarlo en el concepto más puro. Cuánto más abstracto, más bello. Abstraer es simplificar, llegar a lo que realmente importa. Quitar lo que sobra, lo que distrae porque no aporta.

No, este cumpleaños no tengo fotos soplando las velas. Jamás recuerdo ninguna de esas fotos. Ni siquiera las guardo. Este año tengo otro tipo de recuerdos.

Más abstractos. Más longevos.

Amsterdam

Es la ciudad del extranjero que más veces he visitado. Y sé que lo seguirá siendo. Sí, oigo los chistes sobre los coffee shops y el barrio rojo desde aquí. Pero Amsterdam tiene algo que no va de eso.

No sé si son los canales, o la constante incertidumbre de si esa nube es pasajera o indicio del diluvio universal.

No, no son los canales. Es algo más. Es la sensación de que en Amsterdam sabes que puede pasar cualquier cosa. Como que aparezca una garza en la puerta de tu casa. Como que te pases todo el fin de semana en el ventanal de tu casa porque el sol ha decidido que ese fin de semana sí tocaba.