Lo viejo es mejor

Cada vez que en la oficina alguien habla de mejorar algo, si no encontramos un buen motivo, alguien grita ¡porque lo nuevo es siempre mejor! Es lo bueno de trabajar en tecnología, el ansia por hacer cosas nuevas.

Pero lo nuevo es un concepto relativo. Para nosotros, criados en lo digital, la siguiente cámara no nos emociona. La siguiente versión de Photoshop es… otra más. Nos atrae lo que no conocemos. Eso es lo nuevo para nosotros: esa cámara de placas cogiendo polvo en una estantería, esa doble exposición en una cámara de formato medio con un carrete caducado antes de que naciéramos. Esa Polaroid sincronizada con flashes de estudio. Por eso gastamos fortunas en material que es objetivamente peor para trabajar. Para nosotros lo nuevo es ese mundo lleno de químicos, fotos con grano y cartuchos instantáneos de los que salen bien la mitad de fotos.

¿Y sabéis qué es lo que más me gusta de esto? Que revisitamos constantemente las ideas de nuestros padres y abuelos, como buscando algo que ellos no han encontrado en su día. Casi nunca lo hacemos, pero cuando lo conseguimos, desde aquí nos atrevemos a gritar: lo viejo con ideas nuevas es mejor.